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domingo, 7 de febrero de 2016

Un ejemplo de damnatio ad bestias

“Entonces, un soldado sale corriendo por el pasillo central del teatro; a petición del pueblo, iba en busca de la mujer encerrada en la cárcel pública, mujer que, como dije anteriormente, estaba condenada a las bestias por sus múltiples crímenes y a quien ahora querían casar conmigo en sonada ceremonia. Para disponer lo que iba a ser nuestra cámara nupcial, se preparaba muy primorosamente un lecho con brillantes esmaltes indios, mullido con abundante pluma y cubierto de floridas sedas. No obstante, sin hablar ya de la vergüenza que me inspiraba tal himeneo público, ni de la repugnancia que sentía ante el contacto de aquella mujer manchada de sangre, lo que más me angustiaba era un presentimiento de muerte; yo me hacía las siguientes reflexiones: «si en plena escena amorosa soltaran una fiera cualquiera para devorar a la mujer, ese animal no va a ser tan despierto, ni va estar tan adiestrado, ni dominará tanto su apetito como para tirarse sobre la mujer que está a mi lado dejándome a mí tranquilo, por verme libre de condena y de culpa” 

(Apuleyo, el asno de oro X 34, 3-5)


El Asinus areus (El asno de oro) de Apuleyo fue escrita en el siglo II d.C. y se trata de una adaptación de una obra griega muy anterior. 

Hasta aquí todo bien, puesto que es solo una "novela" que ha llegado hasta nosotros.  Pero ¿estamos seguros de que solo es una historieta?

El texto de esta entrada es bastante truculento: Una mujer en la Roma antigua fue juzgada y condenada por varios delitos. El castigo debía ser su ejecución pero antes iba a ser violada en público por un burro y después expuesta a las bestias que tenían que despedazarla.

Aunque en el caso del texto de Apuleyo, Lucio el asno, decide no ejecutar la sentencia y sale huyendo, en la vida real la sentencia debió llevarse a cabo: la mujer fue violada por el asno en público y las bestias, más tarde, debieron dar cuenta de lo que quedase de ella, también a la vista de todos.

Además de ser algo impensable para nosotros, también lo es que la gente quisiera guardar un recuerdo de aquella escena, pero igual que ahora nos gusta el merchandising de nuestra película favorita, se realizaron recordatorios de aquel momento. Un ejemplo es esta lucerna de terracota encontrada en el Ágora de Atenas. En ella se representa a una mujer violada por un burro.


Fuente: http://arqueologiaenmijardin.blogspot.com.es/

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